miércoles, 11 de enero de 2012

Sidurhi, la primera tabernera de la historia

Difícilmente podría imaginar una mujer con más sensatez. Una mujer que al frente de una taberna en la antigua Mesopotamia acostumbraba a tratar a diario con hombres de todo tipo y calaña.  Sucios campesinos  sedientos de cerveza y héroes vagando por  bosques umbríos  en busca de la inmortalidad. La sed del hombre por alegrar el alma no conoce fronteras, ni clases sociales ni es patrimonio de clases favorecidas. A la taberna de Sidurhi acudían hombres solitarios en busca de sustento para sus pobres estómagos y consuelo para sus desasosegados corazones. Proporcionaba a sus clientes dudosos brebajes que mitigaban sus fatigas , saciaba su apetito con panes y  espesas sopas dignas de reyes y ¡cómo no! escuchaba pacientemente sus fatigas y pesares, adquiriendo por ello un enorme conocimiento a cerca de la naturaleza humana.

El poema de Gilgamesh es, hasta el momento la narración histórica más antigua que conocemos; Nos cuenta las andanzas del rey de Uruk, maltratador y tirano al que el pueblo, harto de sus desmanes intenta poner freno. Acuden a los dioses en busca de auxilio y estos deciden ponerlo a prueba con ingeniosas tácticas que hacen que nuestro héroe crezca y se convierta, con la ayuda de algunos maravillosos personajes, como nuestra Sidhuri, en un hombre sensato y libre.
En una de sus  atormentadas andanzas en busca de la inmortalidad llega derrotado, lloroso y sin aliento a la taberna de Sidhuri, ésta se oculta y cierra las puertas temerosa de su desolador aspecto y Gilgamesh aporrea su entrada hasta conseguir que le abra no solo las puertas de su casa sino las de su amable corazón. La mujer escucha sus penas, apacigua su estomago, amansa su espíritu y le dice:
Cuando los dioses crearon a los humanos, destinaron la muerte para ellos, guardando la vida para sí mismos.
Tú Gilgamesh, llénate el vientre, goza del día y de la noche. Ponte vestidos flamantes, lava tu cabeza y báñate.
Atiende al niño que te toma de la mano y alégrate.
Deléitate abrazando a tu esposa.
Este es el destino del hombre.
Pocos sermones a lo largo de la historia nos resultan tan reveladores, sensatos y coherentes.
Sabemos poco a cerca de los motivos que nos trajeron a este mundo, pero lo que sí sabemos es que estamos vivos, y lo estaremos por un tiempo infinitamente inferior al que estaremos muertos. Esa es la enseñanza de una sabia mujer que regentaba una  taberna en Babilonia hace 4000 ó 5000 años.
Cuando Gilgamesh vuelve triunfante del Bosque de los Cedros, con todo su brillo, su prestigio y su vigor busca su casa, La casa donde la cerveza nunca falta, la casa rica en sopas donde el pan abunda.
SOPA DE REMOLACHAS (Según una tablilla sumeria cuneiforme que se encuentra en la Universidad de Yale)
Hace falta carne. Echas agua, le añades grasa, la carne, sal, cerveza, cebolla, cilantro y comino. Después le añades las remolachas, puerro y ajo machacado. Lo haces puré y lo espolvoreas con cilantro picado.
¡Gracias Sidhuri!